julio 12

Tres consejos para crear un equipo de personas

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Como hemos visto hasta ahora, autoempleo es sinónimo de más trabajo, esclavitud y riesgo. Sin embargo, sistematización es sinónimo de libertad, escalabilidad y seguridad. Pero lamento decirte que no podrás escapar del autoempleo y hacer grandes cosas de impacto a menos que aprendas a jugar en equipo. Tu trabajo como empresario es trabajar por y para el equipo.

Las personas somos emociones andantes, no ordenadores programados (a diferencia del RPA).

Por tanto, como líder centrarte únicamente en la parte funcional (qué debe hacer cada uno y en qué momento) es solo hacer la mitad del trabajo, o incluso diría un 20% del mismo. La parte emocional, cómo se siente cada uno para hacer lo que tiene que hacer en cada momento y por qué es lo que marca la diferencia entre equipos de alto rendimiento, que se consolidan a lo largo del tiempo, y grupos de gente trabajando juntos en eterno conflicto. Para poder gestionar este nuevo rol en tu organización de nuevo vas a tener que recurrir a tu CPU interna y reprogramar algunas de las creencias que te han hecho estar donde estás ahora y te limitan a la hora de seguir creciendo y evolucionando.

Unos pagan y otros obedecen. Si no cumples, a la calle. ¿Tu premio? Seguir teniendo trabajo. Tradicionalmente ha sido así y quizá durante la era industrial esto funcionaba. Pero ahora, en esta nueva era, si queremos construir organizaciones que marquen la diferencia, escapar del autoempleo y consolidar nuestras asesorías de forma rentable a lo largo del tiempo, vamos a tener que hacer las cosas de forma diferente. Porque en el futuro, todos compartiremos beneficios. Empresarios y trabajadores. ¿He dicho en el futuro? Perdón, quería decir hoy. Hoy es el futuro.

Evidentemente la cantidad del beneficio que se comparte es algo que debe ir equilibrado con el riesgo que se asume y la responsabilidad que tiene cada uno. Y ten en cuenta que no solo el empresario asume el riesgo. ¿Por qué ese profesional con talento debería trabajar contigo y no con otro empresario que pueda aportarle mayor aprendizaje y proyección? Estamos en la era del talento, donde si de verdad queremos diferenciarnos del resto debemos contar con un equipo que realmente destaque. Eso implica alejarse de la mediocridad y juntarse con aquellos que tienen los más elevados estándares del trabajo, el más alto rendimiento con el más alto nivel de compromiso.

Y seamos claros: cualquier empresario que lleve un mínimo tiempo en el mercado se habrá dado cuenta de que no es tarea fácil de conseguir, al menos en el medio y largo plazo. Esto se debe a que la mayoría de empresarios intenta motivar a sus empleados usando refuerzos negativos como estrategia fundamental (el miedo al despido), tratando de utilizar el temor al castigo como su motivación principal. Y como podemos ver, quizá esto funcione a corto plazo, pero no de manera sostenible. El talento se nos escapa.

La segunda gran estrategia utilizada por las empresas son los incentivos económicos.

Aunque se trata de una idea excelente y suele ser muy apreciada, su efectividad tiene un límite. Hay un punto de retorno disminuido a partir del cual los incentivos adicionales no producen en la gente el catalizador necesario para que lleven a cabo esfuerzo por alcanzar una mayor calidad en su trabajo. Si uno refuerza constantemente con dinero, la gente empieza a esperar una recompensa económica inmediata en cuanto haga algo de gran valor (o de no tan alto valor). La gente empieza entonces a trabajar estrictamente por recompensas económicas, y no está dispuesta a hacer nada a menos que consiga algo a cambio (más allá de lo que es su salario fijo que ya consideran seguro), con lo que no se tarda en sobrepasar la capacidad de la empresa para satisfacer las exigencias económicas de sus empleados. Digamos que los empleados reducen su rendimiento al mínimo necesario para no ser despedidos.

La tercera y más poderosa forma de motivar a la gente es a través del desarrollo personal.

Al ayudar a los empleados a crecer y expandirse personalmente, empiezan a sentirse apasionados por la vida, la gente y sus trabajos (algo difícil de conseguir cuando están haciendo la mayor del tiempo tareas repetitivas y monótonas que no requieren de su creatividad e intelecto). Eso les induce a contribuir todavía más. Y lo hacen a partir de un sentido del orgullo personal (proveniente de su interior) antes que por la presión proveniente del exterior o el miedo al despido. Esto no quiere decir que no deba disponerse de un programa de incentivos, como veremos a continuación, pero hay que asegurarse que estamos aplicando el incentivo más poderoso de todos, que consiste en ayudar a la gente a expandirse y crecer.

Entonces, si para hacer crecer nuestras asesorías necesitamos que las personas mejoren sus condiciones económicas y que crezcan a nivel personal, ¿podré tener una estrategia a largo plazo para retener el talento si no contemplo un determinado crecimiento de mi asesoría? La respuesta es, obviamente, NO. Por eso las empresas que no crecen, mueren. Y sus empresarios con ellas.

Laura Martínez

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